Algunos enfermos incluso llegan a percibir el olor de su carne en putrefacción o sienten como
los gusanos los van devorando.
Un caso famoso del síndrome Cotard describe a una mujer que estaba tan convencida de su
muerte que insistía en vestir un sudario y se instaló en un ataúd.
Pidió ser enterrada y como sus familiares se negaron, permaneció en su ataúd hasta que
falleció algunas semanas después.
Los pacientes llegan a creer que sus órganos internos han paralizado toda función, que sus intestinos no funcionan, que su corazón no late, que no tienen nervios, ni sangre ni cerebro e incluso que se están pudriendo, llegando a presentar algunas alucinaciones olfativas que confirman su delirio (olores desagradables, como a carne en putrefacción), inclusive pueden llegar a decir que tienen gusanos deslizándose sobre su piel.
echo por Jossmary Ramos#29
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